Reconociendo el propio terreno

 La CHE

Con lo aprendido en el módulo 1 y provista de mis recién adquiridas gafas violenta, voy a mirar alrededor para hacer un primer análisis del entorno.  

 Lo más básico

Empezaré por aquello que impuso el art. 20 de la Ley orgánica 3/2007 y es desagregar los datos por sexos, tomando como referencia el último ejercicio completo, 2021.

La plantilla de la CHE  la constituíamos 760 personas que nos dividíamos en:

- Funcionariado: 177 mujeres y 153 hombres

- Personal laboral: 51 mujeres y 379 hombres



Avanzando un poco más de lo cuantitativo a lo cualitativo

Colectivo funcionarial:

- Grupo A1:  34 mujeres y 37 hombres

- Grupo A2: 31 mujeres y 37 hombres

- Grupo C1: 69 mujeres y 54 hombres

- Grupo C2: 43 mujeres y 25 hombres


Partirnos de casi una paridad en los grupos superiores, pero en los inferiores la cosa cambia bastante, ya que la presencia femenina es claramente superior (concretamente, en el grupo C2, el porcentaje de mujeres es de un 63,74% frente a un 36,76% de hombres).

Colectivo laboral:

- Grupos M3/1G/M2/2G: 0

- Grupos M2/2G: 4 hombres

- Grupos M1/G3/3G: 199 hombres y 9 mujeres

- Grupos E2/G4/4G: 155 hombres y 21 mujeres

- Grupos E1/G5: 21 hombres y 21 mujeres




La CHE es un organismo técnico en el que el personal laboral ejerce predominantemente tareas de vigilancia del dominio público hidráulico, en las que la mujer está claramente subrepresentada,   El hecho de que en el grupo inferior haya paridad es exclusivamente porque aquí se incluyen las ordenanzas, todas ellas mujeres.

Entre lo laboral y lo personal

Para profundizar más en el estudio, voy a analizar los permisos solicitados relacionados con la conciliación de la vida personal, familiar y laboral.  Estos pueden dividirse en dos categorías: retribuidos y no retribuidos.  La diferencia es obvia, pero muy significativa a la hora de realizar un análisis de género ya que los cuidados familiares no retribuidos suponen, para quien los asume, un mayor lastre personal y familiar por las implicaciones económicas, de promoción profesional o desarrollo personal.

Durante 2021 se tramitaron 259 solicitudes de permiso por causa justificada de cumplimento de un deber familiar, presentadas por 85 personas:

- 120 solicitudes/38 hombres
- 138 solicitudes/47 mujeres

La primera observación es que este permiso lo piden más las mujeres que los hombres.


Relacionando estos datos con los de distribución por sexo, se puede comprobar que las mujeres solicitan proporcionalmente mucho más este permiso de lo que correspondería en función de su representatividad, ya que en el ámbito laboral suponen solo un 11,86% del total (y un 24% de las solicitudes).  En el caso de las funcionarias sucede en menor medida, pues representan el 53,64% de este tipo de personal (y piden un 83%).

Si consideramos a las 85 personas que disfrutaron de estos permisos, el resultado es, consecuentemente, superior en el ámbito de las mujeres:



En cuanto a las medidas de conciliación no retribuidas, solo se tramitaron dos reducciones, a dos mujeres, ambas funcionarias.


Conclusiones

En el ámbito laboral hay una desproporción tremenda, ya que la plantilla es mayoritariamente masculina, lo que denota la infrarrepresentación femenina en un sector de tipo técnico.  En el ámbito funcionarial, aunque no sea escandaloso, el número de funcionarios supera al de funcionarias en los puestos directivos o predirectivos, pero en los niveles inferiores sucede todo lo contrario.

En cuanto a los permisos por conciliación, son asumidos prioritariamente por mujeres, incluso en los de tipo retribuido.

La muestra que nos ofrece este pequeño universo de la CHE evidencia que los hombres desempeñan, con carácter general, los puestos que requieren una mayor cualificación técnica y que las mujeres ocupan los de tipo administrativo de menor cualificación y, en consecuencia retribución, así como que se ocupan mayoritariamente del cuidado de sus familiares.  No creo que pueda afirmarse que esto sea casual, porque obedece a una pauta general que comienza desde la infancia, donde todavía se perpetúa una división de papeles, en la que ellos asumen el poder económico y social y ellas "contribuyen" a la economía familiar pero continúan con las responsabilidades domésticas.

Un cambio social de semejante envergadura requiere empezar desde el jardín de infancia y continuar hasta la educación de adultos a través de todos los ámbitos posibles: asociaciones culturales, de barrio, de madres y padres, ONGs, espacios de comunicación...  Bombardear con argumentos sólidos soportados con datos estadísticos.  Hacer que la ciudadanía sensata y crítica entienda la realidad y actúe para el cambio social.

























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